InspirArte 2018. Sesión 4



LAS SEÑORITAS DE AVIGNON', Pablo Ruiz Picasso (1907)





MIRADAS ENCONTRADAS

Con motivo del cumpleaños de Paula, habíamos decidido no posar ese día y quedar las cinco en su casa, para pasar la noche allí. Yo fui la primera en llegar, Paula lo tenía casi todo preparado, excepto el pastel, debido a que no alcanzaba las manzanas por su baja estatura, así que yo le ayudé a cogerlas y preparamos una jugosa tarta.
Al poco tiempo llegó Diana, quejándose del tiempo. Paula puso los ojos en blanco.
– Alicia, ¿por qué ha tenido que venir si no nos cae bien a ninguna? – le respondí sonriendo.
– Porque tiene su gracia.
Mientras llegaban las demás, Paula nos contó cómo su prometido miraba a otras con descaro, delante de ella.
– Sé que no soy perfecta, pero por lo menos podría respetarme un poco, ¿no?
Diana respondió.
– Ya sabes lo que pienso de ese impresentable, no sé cómo has aceptado ese compromiso.
– Es un acto reflejo del ser humano, pero debería controlarse, por lo menos cuando está contigo – intenté calmar los ánimos.
En ese momento llegaron Lara y Blanca, que se metieron de lleno en la conversación.
– Tu prometido mira a todas con deseo – dijo Lara.
– Pues a mí no – respondió Blanca en voz baja.
Todas reímos y Diana preguntó con malicia:
– Blanca, tú al final vas a ser monja, ¿verdad?
Blanca se quedó muda pero se podía percibir su enfado. Paula propuso hablar sobre los muchachos que les atraían, Lara empezó a enumerarlos.
– Carlos, Juan, Pablo, David, Jesús…, pero solo he coqueteado con los tres primeros, el resto ya se verá.
Diana le preguntó a Blanca quién le gustaba, pero ella decidió no contestar. Y llegó mi turno, no sabía qué responder, nunca me había atraído ningún muchacho, de hecho no las comprendía cuando hablaban de sus enamorados, y decidí decir la verdad.
– Nunca me he sentido atraída por ningún hombre.
Todas se quedaron pensativas, excepto Paula, que con rapidez me preguntó:
– ¿Y por una mujer?
Ahora todas se sorprendieron mucho y esperaron mi respuesta.
– De lo que estoy segura es de que nunca he sentido eso por un muchacho.
– Lo intuía – respondió Lara.
Blanca estaba absorta, pero las demás estaban demasiado interesadas en mis palabras como para darse cuenta.
– Pero, ¿qué es lo que sientes? – preguntó Paula.
Me quedé dudando un rato.
– Para empezar, ni yo misma sé lo que siento.
– ¿Pero te gustan todas las chicas? - preguntó Lara.
Blanca respondió por mí:
– ¿Y a ti, te gustan todos los chicos?
Cuando Lara se dio cuenta de lo absurda que sonaba esa pregunta, se sonrojó y se quedó callada.
– Pues por ejemplo me siento a gusto con ellas, aprecio su belleza y su delicadeza – al fin pude contestar.
– Pues yo no me siento nada atractiva, odio todo de mí – terció Diana.
– Tienes una cintura de avispa envidiable – le contestó Lara.
– Ojalá yo fuera tan resuelta como tú – respondió Diana.
Paula estaba muy seria, lo que era extraño en ella, y decidí preguntarle.
– Paula, ¿qué es lo que más te gusta de ti?
Ella respondió con tristeza.
– Nada, soy bajita, me siento fea, soy insegura y por si fuera poco, me río en los momentos más inoportunos, ¿qué se supone que me debe gustar de mí?
– ¿Tu gran sentido del humor? – intenté animarla -. Además, qué más da ser bajita si existen los taburetes – conseguí sacarle una sonrisa.
Blanca se unió al grupo diciendo:
– A mí me gustan las pecas que me salen en verano y mis ojos color café.
Yo respondí:
– Nadie es perfecto, el físico no lo es todo, pero hay personas a las que su gran personalidad vuelve muy atractivas.
Todas quedaron satisfechas y empezamos a cenar. La cena estuvo muy animada, Lara y Diana incluso se hicieron amigas. Cuando subimos a la habitación nos cambiamos sin pudor, no hubo comentarios desagradables ni miradas de envidia, sólo miradas encontradas.

Andrea Navarro Conesa, alumna de 2º de Bachiller



MIS QUERIDAS SEÑORITAS


     Entraron a la carrera, con un revolar jocoso de faldas y blusas que se arrancaban en un suspiro, dejando el estudio regado con el perfume de la transgresión. Como cada día, el joven pintor recibió aquella bocanada de frescor con la misma alegría que sus pinceles.
     El estudio no era un estudio estrictamente, eran dos cuartos unidos y destartalados, con dos balcones que daban a la calle de Avignó, un remanso entre los cientos de burdeles de los que a todas horas escapaban suspiros y jadeos. Cuando el joven Pablo lo ocupaba se hacía el silencio previo al arte, y allí estaba el lienzo, grande, a ratos incluso colosal, más de dos metros por un lado y por otro, aguardando una jornada más a que su mano le arrancara otra bocanada de color.
     Sin dejar de sonreír,  las cinco se fueron colocando, cuatro de pie, la quinta sentada y levemente girada hacia el pintor, diríase que hoy un poco más de frente, con las piernas un poco más abiertas, como si llevara el atrevimiento un punto más lejos de lo necesario. Pablo la miró con una sonrisa cómplice, pero dejándole claro que de ahí no pasaría, y de ella se fue a los rostros de sus cuatro compañeras, hoy tal vez más arrebolados que nunca.
     La luz era buena, el silencio de los cuartos anejos le iba ganando, la geometría de sus pechos cada vez más perfilada, más recta, más llena de los nuevos volúmenes que en los últimos tiempos le habían ganado la mano y la mirada. La sesión prometía aunque ellas no dejaban de reír, todavía sofocadas por la carrera.

     De pronto la puerta amenazó con derrumbarse, los golpes y los gritos de dos hombres le pusieron cerco. Molesto, el joven pintor dejó sus trebejos y abrió para encontrarse a un fornido ejemplar de la Guardia Urbana que escoltaba a un escuálido caballero de sombrero hongo, bigote de finas guías y un trajecito liviano pero caro, y que no dejaba de gritar.

- ¡Son ellas, son ellas, tienen que ser ellas!
- Bueno, cálmese, ¿está seguro? Mírelas bien.


     Y el jovencito petimetre que era el marqués de Blanchard fue recorriendo sus caras, pero no pasó de la primera, porque los ojos se le fueron a los pechos desafiantes, a los vientres liberados, a las axilas reposadas que se ofrecían no sólo a la necesidad del pintor.

     Entonces no importaron ni la cartera, ni la pitillera de alpaca regalo de su prometida, la duquesa de Villiers, ni el reloj con leontina, ni el encendedor de oro. Todo se le borró al marquesito al que hacía unos minutos ellas habían desvalijado, incapaz de jurar, ante aquellos cuerpos lúbricos, que los rostros fueran los mismos que acababan de encandilarle tramposamente en la calle.

     Sudando a mares, marqués y autoridad salieron del estudio, escoltados por unas carcajadas libres y proletarias que el joven pintor hubiera querido saber cómo plasmar en el lienzo para sazonar con ellas ese cubismo en el que algún crítico amigo había incluido ya sus últimos trabajos.
Antonio Parra Sanz, profesor de Lengua Castellana y Literatura

InspirArte 2018. Sesión 3

MUJER EN EL BAÑO, Roy Lichtenstein (1963)



He buscado en Google el cuadro “Mujer en el baño” de Roy Lichtenstein de 1963. Siendo sincera, es la primera vez que lo veo.

Observándolo, de entrada puedo decir que esta joven mujer que está en la bañera parece de lo más feliz, disfruta realmente de su baño de espuma, seguramente perfumada con sales de baño.
Me imagino… que ella ha llegado a casa después de un largo día muy atareado, tal vez trabajando, como una mujer de los años sesenta, moderna e independiente. Tal vez llegó con hambre y cenó. Tal vez recogió la cocina después. Y como merecida recompensa se preparó un relajante baño.
Puso primero el tocadiscos con uno de sus discos preferidos para ambientar el momento. De su dormitorio cogió un camisoncito y las zapatillas.
Abrió el grifo de agua y llenó la bañera mientras se quitaba la ropa del día y los incómodos zapatos de tacón. Se sujeta el cabello con unas horquillas para no mojárselo. Coge su frasco de sales de baño y echa una buena cantidad en el agua caliente y remueve con la mano para producir la espuma.
Lo siguiente fue meterse dentro de la bañera y dejar que el agua cubriera su cuerpo cansado. Se relaja de inmediato. Mientras se enjabona canturrea feliz la canción que llega del tocadiscos situado en el salón.
Si alguien estuviese observándola tras una cámara, vería a una mujer joven y guapa alegre de vivir el día a día.
Coral Solano Sánchez. Alumna de 3ª ESO      

Skjønnhet 

Escuché alboroto alrededor. No era mi día desde que había sacado los pies de la cama. Hacía frío en las calles de Calatayud mientras caminaba a clase. Me crucé con Eric antes de llegar al instituto y, no sé por qué, instantáneamente pensé en lo que el profesor dijo en la clase del día anterior.

«La naturaleza humana siempre se declina y se declinará por la belleza.

Es así, entre algo desagradable y algo agradable, y relacionando agradable con bonito, elegimos esto último.Aunque la belleza es una de las cosas más subjetivas que conocemos. En realidad, existe una línea de lo más delgada entre clasificarla como subjetiva u objetiva. Es decir, lo que a alguien le parece bonito, a otra persona puede parecerle feo, obviamente, pero también hay elementos que son bonitos de por sí y que lo son para el 99% de la población.

La belleza es como la diferencia entre los humanos, estamos en una balanza en la que cada uno es distinto del anterior, pero a la vez tenemos muchísimas características que nos hacen absolutamente iguales.

Lo importante de todo esto es respetar lo que a cada uno le parece bonito o no. 

Pongámonos en el caso de que alguien se nos acerca y, transparente como el agua, nos dice que somos feos. No tendría que sentarnos mal, y sin embargo suele ofendernos. Es más, hay profesores que obligan a sus alumnos a que no llamen feo a un compañero, a que no lo "insulten". Esto es como los piropos, la cosa cambia mucho según como se diga. ¿Por qué no se les enseña a estos niños a decir lo que piensan con respeto en vez de prIvarlos de su libertad de expresión?

Si nos dijeran que somos guapos, entonces la cosa cambiaría, y no debería ser así. ¿Por qué la palabra feo es un insulto y guapo no? A lo mejor un alumno se siente ofendido porque le digas que es guapo porque no piensa igual que tú, o a lo mejor alguien se siente halagado porque pienses que es feo. El ser humano es, sin duda, el ser más complicado que existe, con lo fácil que es entender que el truco está en no interponerse en los gustos de ninguna persona.

Tendemos a ofendernos con una opinión cuando no estamos de acuerdo, y esto es un gran error del desarrollo humano. Una falta de tolerancia que debemos arreglar.

Todos los seres son bonitos y, a la vez, todos los seres son feos. ¿Qué problema hay en ello?»

Indudablemente el profesor tenía razón. A mí, Eric, por ejemplo, me parecía muy guapo, tenía los ojos azules, el pelo también y media cara quemada por un accidente que tuvo de pequeño. Entiendo que otras personas no sepan ver su belleza, y que les parezca desagradable que a mí sí, pero no debería ser así. La belleza también tiene que ver con la autoestima, con la forma de ser y con el empeño que le pongas. Es así, si te convences de que algo es bello, terminará siéndolo. Los seres humanos somos capaces de muchas cosas, incluso de convencernos para ver cosas donde no las hay.

Eva Marín García. Alumna de 2º de Bachiller


He tenido que pedirle a mi vecina del apartamento 27 que se quedara un rato a Joey; su Mikey es de la misma edad y van juntos al colegio del barrio todas las mañanas. Se ha hecho cargo enseguida: no te preocupes mujer, si no nos ayudamos las unas a las otras ¿quién va a hacerlo?
Menos mal que estaba en casa y ha podido hacerme el favor, por un instante se me ha venido el mundo encima cuando Mary me ha dicho que hoy trabajaba en el turno de tarde, porque su compañera Elizabeth se había resbalado en la cocina del restaurante y su jefe no tenía otra de quien echar mano. He creído que esta mala suerte que lleva tanto tiempo persiguiéndome, estaba haciendo otra vez de las suyas.
Desde que Michael tuvo que marcharse a ayudar a poner en marcha un nuevo taller en la otra punta del estado, porque para el dueño es indispensable, pero no le aumenta el sueldo ni a la de tres, no levanto cabeza, la vida se empeña en ponerme una traba tras otra a ver si salgo adelante sin mi marido, y darle así la razón a mi madre ¡¿cómo vas a poder tú con todo sola?! Que su fe en mí no es más grande que la hormiga que acabo de cruzarme en el rellano, porque otra cosa no, pero a vista aguda no me gana nadie: lo veo todo, por insignificante que parezca y nadie más se percate, yo, lo veo.
Y gracias a ese pequeño don fue como vi el anuncio en el periódico; estaba en el banco de la esquina, debió de dejarlo olvidado el señor Mackenzie, ese anciano lo coge todos los días de la papelera que hay delante de nuestro portal, religiosamente, sin faltar uno: llueva, truene o nieve, él se acerca con su paso cansado, apoyado en su bastón y lo saca como si fuera un preciado tesoro, que para él lo es, sin duda. Se pasa al menos una hora cada mañana en ese banco ojeándolo, y luego lo dobla cuidadosamente para depositarlo nuevamente en la misma papelera, pero ayer tuvo que pasar algo, porque es extraño que altere su ritual, debido a ese imprevisto yo lo recogí con intención de devolverlo a su sitio, cuando unas letras llamaron mi atención y me detuve a leer el mensaje que me ha traído hasta aquí. La verdad es que desde entonces presiento que mi suerte está empezando a cambiar, con lo que me paguen podré aguantar hasta fin de mes, porque el dinero que me dejó Mike…, que si su jefe es tacaño, él más: se cree que un dólar se estira sin límite, y mira que yo me doy buena maña en buscar los mejores sitios para que esos pocos billetes duren, pero esta vez se está alargando el montaje del nuevo taller y apenas me quedan 5 dólares.
Parece increíble, pero es cierto: me pagan por estar media hora en esta increíble bañera, dos veces a la semana, para que ese tipo extravagante me pinte… que digo yo: ¿qué interés puede tener nadie en un cuadro en el que sólo hay una mujer en el baño? A lo mejor es para la campaña publicitaria de esa marca de gel que anuncian tanto en la tele, pero me da igual, entre todas las que se presentaron me han elegido, y todo porque en cuanto me vio el pintor dijo: ¡esa, esa es la cara que llevo meses buscando: la de una feliz ama de casa! Me da una risa, aunque si hay que sonreír, yo sonrío, y más pensando en que el dinero es para darme algún caprichillo, y todo el país me va a ver, para que luego diga mi madre que no me las sé apañar sola.
Temperatura del agua perfecta, nivel de espuma idóneo, por fin un momento para mí…

Eugenia Pérez Zarauz. Profesora de Lengua Castellana y Literatura



InspirArte 2018. Sesión 2

SOLEDAD, Paul Delvaux (1955)




Azul oscuro, así estaba el cielo
adornado con destellos
y una luna blanca pintada sobre él.
Cual tela, el cielo se sujetaba
por los altos pilares eléctricos que daban
luz a las calles, recién iluminadas.
Esbelta, así era la muchacha que paseaba.
Hilos dorados colgaban de sus cabellos
y el sonido del tren
se disipaba a lo lejos.
La medianoche se acercaba,
las luces se apagaban
y la luna se alzaba
sobre la noche estrellada.

María José Martínez Gutiérrez. Alumna de 1º ESO A

Por las noches, haya luna o no, me acerco a la estación. En realidad, no espero a nadie porque nadie hay a quien esperar allí. Me acerco a la estación cuando ya solamente pasan, de forma monótona, los trenes de mercancías…

Seguramente la soledad es esto: observar esos trenes de mercancías que, en la noche (haya luna o no), pasan y pasan. Entonces me quedo muy quieta y miro las vías del tren que, a veces, brillan bajo la luz de la luna (cuando no hay luna no brillan ni nada…).

La soledad (probablemente) es observar esas vías del tren. Mirar el andén (también) en ese momento en que ya no pasan trenes de pasajeros, esas personas a las que -tal vez- aguardar en la estación y regresar a casa en compañía de alguna de ellas…

En realidad, da igual la hora, da igual el momento. No importa tampoco que pasen trenes de pasajeros que suben y bajan del vagón, personas que se mueven y merodean arriba y abajo por el andén… Da igual todo eso. Da igual que haya pasajeros a estas horas en que solamente estoy yo aquí.

No importa, eso es. Porque, a decir verdad, no hay nadie a quien esperar.

La soledad (indudablemente) es esto: esperar a nadie y ponerte un vestido rojo, quedarte quieta en el andén, mirar la luna (que puede estar o no…). Los pasajeros, los trenes, el andén… Todo eso no importa: solamente importa la noche y mi vestido rojo y la luna que no me sonríe (ni lo hará nunca: esté arriba o no esté).

Así que: vestido rojo, noche, luna, andenes vacíos.


Solamente eso.  

Alfonso García-Villalba MartínezProfesor de Lengua Castellana y Literatura

InspirArte 2018. Sesión 1

LA TENTACIÓN DE SAN ANTONIO, Salvador Dalí (1946)




La falta de lluvia había convertido el paisaje en un desierto. Jorge salió de casa, como todas las mañanas, para trabajar en su huerto; pero aquel día todo era diferente. Hacía un calor sofocante y el cielo comenzó a cubrirse de nubes. A lo lejos se podía ver un extraño desfile de animales.
- ¡Aléjate de mí, aléjate de mí!; gritaba una mujer, vestida de rojo, con una cruz en la mano; mientras un zombi intentaba acercarse a ella. De repente, un ángel blanco apareció flotando en el aire para rescatarla.
Jorge, asustado por los gritos, intentó huir, pero tropezó con una piedra y cayó al suelo. Al intentar levantarse, se dio cuenta de que estaba desnudo y que los extraños animales estaban cada vez más cerca.
Un caballo y cuatro elefantes, todos con las patas larguísimas, se dirigían hacia él. Jorge cogió dos ramas, las puso en forma de cruz e intentó espantarlos.
El caballo, asustado levantó las patas delanteras, sus herraduras parecían derretirse del calor. Fue entonces cuando el hombre pudo ver que los elefantes iban cargados. El primero con un pedestal donde una mujer bailaba, el segundo con un obelisco de piedra y los dos últimos llevaban un templo clásico dorado, por cuya ventana se asomaba el cuerpo desnudo de otra mujer.
- ¡Alto ahí!, dijo Jorge, con voz enérgica, pero muerto de miedo. “Liberad a nuestras mujeres y devolvednos nuestras riquezas”; pero el caballo continuaba enfurecido.
- ¡Apártate de ahí, buen hombre, que te vamos a aplastar!, dijo la mujer. “Veo que ya vas preparado para la fiesta”. Jorge la miró sorprendido y le preguntó qué quienes eran.
Somos los miembros del circo; actuamos esta noche en la fiesta de la plaza”.
Pero…, ¿y esos monstruos?”, preguntó él.
- ¿Monstruos?; son todo disfraces. “Es un espectáculo de animales fantásticos contra muertos vivientes; los habitantes del pueblo seréis algunos de los zombis, de hecho, ya hay algunos ensayando”.
- Ah, claro, claro; dijo avergonzado. “Ahora lo entiendo todo”.
Dos horas antes, de camino a su huerto, Jorge se había quitado la ropa para pegarse un baño en el arroyo… Por lo visto, se había quedado dormido, hasta que los gritos de una de las actrices lo habían despertado.
“Por cierto, llevas el mejor disfraz de zombi que he visto nunca, seguro que ganas el primer premio”; dijo el actor que dirigía el caballo.


José García Fernández. Profesor de Geografía e Historia.



Tormenta
Tanto es lo que destruyes, lo que arrebatas.
Ni la fuerza de mil hombres o cien caballos se compara a la tuya.
¿Cómo quieres que yo lo haga?
No intentaré pelear contigo, mucho menos detenerte.
Eso no significa que seas más que yo, ni más grande, ni más valiente.
Somos exactamente iguales, pero nos mostramos de manera diferente.
Ahí estás, prepotente y amenazadora. Intentando intimidarme mostrándome lo fuerte y desastrosa que eres.
Aquí estoy yo, desnudo, de rodillas frente a ti. Sosteniendo mis palabras en una mano y mostrándote mi fe en la otra.
Al final, eres tú quien retrocede.
Porque aunque la fuerza de mil hombres y caballos quede pequeña ante la tuya.
La fe de uno, puede con todo.


Gabriela Paola Rodríguez Morillo. Alumna de 2º ESO A

InspirARTE

InspirARTE. Un cuadro, dos visiones


La última semana de octubre iniciamos en nuestra biblioteca, por segundo año consecutivo, el proyecto InspirARTE, centrado este año en la relación entre pintura y escritura, después de que el año pasado lo hiciera con la música y las artes plásticas. Este proyecto está relacionado con el programa de atención a altas capacidades del centro, que este año está centrado en el arte del siglo XX, y con las II Jornadas Artísticas de nuestro centro, que se realizarán en el tercer trimestre.

La actividad principal del proyecto, planteada inicialmente como mensual pero que la favorable acogida probablemente convierta en quincenal, consistirá en la creación de un texto a partir de una conocida pintura del siglo XX. Los textos estarán a cargo de un profesor y un alumno para cada cuadro.

Próximamente iremos mostrándoos los resultados.

Día de la Biblioteca


Día de la Biblioteca

El pasado 24 de octubre se celebraba el Día de la Biblioteca. Alumnos de primeros cursos de ESO realizaron una actividad destinada a fomentar el conocimiento y uso de nuestra biblioteca.

La actividad se dividió en dos partes. En la primera, cada grupo vio un montaje donde aparecían fragmentos de películas en las que las bibliotecas tienen un papel fundamental en la historia: bibliotecas fantásticas (‘El guardián de las palabras’), bibliotecas medievales (‘El nombre de la rosa’), bibliotecas reales (‘La búsqueda) o la biblioteca de Hogwarts de Harry Potter.
Tras esta minisesión cinematográfica, los alumnos recibieron un bol de palomitas donde las palomitas eran bolas de papel donde aparecían, en unas, el nombre y el autor de un libro de la biblioteca, y en otras, la información que aparece en los tejuelos. Su misión consistía en emparejar las palomitas y localizar los libros en la biblioteca. Después de encontrarlos, había que terminar con éxito la misión devolviéndolos a su lugar original.










Las diferentes sesiones fueron un éxito de atención y participación, y esperamos haber conseguido nuevos usuarios de nuestra biblioteca.



CARI QUEVEDO - LEÓN EL AFRICANO


MANUEL ÁNGEL GARCÍA - LATIDOS


LOLA CARDÓS - SOSTIENE PEREIRA


INMACULADA SÁNCHEZ - LA TRILOGÍA DE LA NIEBLA


LETICIA JIMÉNEZ - EL TESTIGO INVISIBLE


ALBERTO NOGUEIRA - LA CIUDAD Y LOS PERROS


FERNANDO - AFRICANNUS


OLIVIA JIMÉNEZ - EL MÉDICO


RUBÉN MUELAS - ESCUELA DE SANGRE


ZAKHARIA - NO SÉ DÓNDE ESTÁ EL LÍMITE


MARÍA - CIEN AÑOS DE SOLEDAD


MATILDE LÓPEZ - PENÉLOPE Y LAS DOCE CRIADAS


MERCEDES MORENO - TIERRA FIRME


MARÍA - EL MISTERIO DE LA CRIPTA EMBRUJADA


JAVIER BARCELÓ - EL HOBBIT


CARIDAD SALINAS - EL SARI ROJO


INÉS IGLESIAS - FUEGO INVISIBLE


SUSANA MONTOYA - DIARIOS DE MOTOCICLETA


FLORI HERNÁNDEZ - EL CLAN DEL OSO CAVERNARIO


CRISTIAN - EL CURIOSO INCIDENTE DEL PERRO A MEDIANOCHE


ANA FERNÁNDEZ - LA HOJARASCA


SERGIO REQUENA - LA CASA DE BERNARDA ALBA


DÍA DEL LIBRO EN EL IES MEDITERRÁNEO



LEER ES VIVIR

PRISIONEROS DE LO INVISIBLE de Rosa Huertas.



Penélope y Quique son dos alumnos de 3º ESO C en el IES San Isidro, situado en  la calle Toledo de Madrid, muy cerca de la Plaza Mayor. Hasta ahí, algo normal, pero lo que les sucede  a estos personajes dista mucho de ser habitual.
Penélope tiene una facilidad especial para que se fijen en ella los fantasmas más que sus compañeros de clase.
Desde la ventana del aula  ve un solar contiguo al edificio del instituto, en el que hubo un palacio en otro tiempo, que después fue orfanato. Una parte de la pared se ha derruido dejando al descubierto un antiguo reloj de sol con su correspondiente misteriosa inscripción en latín.
Quique acaba de llegar nuevo y empieza a sentarse con esa chica que a veces palidece hasta llegar a desmayarse del horror que experimenta al ver espíritus y oír voces.
Además, Penélope está muy triste porque la han separado de su mejor amiga, que va a otra clase, y a la que sólo puede ver en los descansos y de camino a su casa, en la que están pasando por una mala época, ya que su padre se ha quedado en paro, y su madre trabaja todo el día.
El  ambiente de la clase es muy lúgubre, no se llevan bien y es un aula sombría en la que no les gusta nada estar, tanto a los alumnos como a los profesores. Los conflictos son continuos.
Rafa, el jefe de estudios del San Isidro, va a jugar un papel muy importante en los diversos sucesos inesperados que empezarán a desencadenarse.
Penélope, apoyada por Quique, vivirá una aventura fantasmagórica en un ambiente realmente espeluznante, acompañada también por algunos compañeros de clase y del instituto, entre ellos su amiga Carmen.
La intriga está servida; las familias de ambos chavales, Peny y Quique, se verán en cierta forma involucradas, y rememorarán algunos hechos de su pasada juventud.
El frío, la lluvia y los días grises enmarcan esta historia que, aunque se puede leer de forma independiente, forma parte de ”la trilogía del San Isidro”, junto a las dos anteriores: Tuerto, maldito y enamorado y Sombras de la Plaza Mayor. Una novela que atrapa al lector desde la primera página hasta la última.
Un excelente cierre, o no, para una serie de novelas ambientadas en una zona de Madrid que tiene mucha historia.


                                                                                                                         Eugenia Pérez Zarauz

Mi nombre escrito en la puerta del váter


Opinión crítica. Mi nombre escrito en la puerta de un váter.

YAGO ALARCÓN , SEGUNDO DE BACHILLERATO

Mi nombre escrito en la puerta de un váter es una novela clasificada en el género thriller o suspense, que hace una crítica directa a la sociedad actual, más específicamente a los aspectos que envuelven el mundo literario, aunque aporta una visión general. Desde la piel y voz del protagonista Mauro, un escritor relegado a la sombra de escritores de renombre, nos sumerge en una historia de amor, con Olvido, de frustración, por el fracaso del nulo reconocimiento que recibió como artista, y de rebelión y rechazo contra una realidad injusta y surrealista que se niega a soportar ni asumir.

La trama argumental se centra en el trabajo de “negro literario” que ejercía Mauro Santos, escribiendo dos primeras obras para Germán Latorre, un “famosete” talentoso conocido por la gran calidad de sus obras. En un principio Mauro acepta, pues tras sus intentos fallidos de darse a conocer opta por esta opción que al menos le aportaría dinero y le daba pie a imaginar las sensaciones que experimentarían los millones de lectores que leerían sus obras. No obstante, el protagonista encuentra una opción de retomar su carrera bajo su nombre cuando un nuevo “talent show” le ofrecía la oportunidad de lucirse y entrar en escena de escritores conocidos. Tras esta noticia, dimite del trabajo para Latorre ante el que este reacciona de mala manera con amenazas hacia él, su familia y Olvido, causa del choque de intereses entre la búsqueda de fama por parte de Mauro y la necesidad de Germán de mantener su estatus y reputación de escritor de bestsellers, no siendo posible por sus propias habilidades.

Como nos relata la escritora en numerosas entrevistas y charlas, este libro fue escrito desde su frustración e impotencia por el rechazo de sus obras. Sentía que sus obras tenían un gran potencial, incluso en comparación con otras de autores “famosos” que se convertían en grandes ventas. Por ello, decide desahogarse en tinta y papel, cargando contra un entorno hipócrita que la rechazaba y la miraba por encima del hombro. El tema del negro literario lo afronta como un insulto hacia todos los escritores, en especial a los que trabajan a la sombra. Se observa cómo se siente familiarizada con este sentimiento pues, como nos asegura, estuvo a punto de dejar de escribir debido a la falta de coherencia de las editoriales a la hora de juzgar la validez de un libro, y comprende la tentación de otros escritores de subastar sus obras ya que, en el mejor de los casos, podrían llegar a venderse, entretener y disfrutar a un público, que es, al fin y al cabo, uno de los propósitos de un escritor.

A lo largo de la historia encontramos numerosos autores sospechosos de esta práctica, como es el caso de uno de los mayores dramaturgos de la historia, Shakespeare, acusado por la extraña relación con Piere Corneille. Alejandro Dumas, por otra parte, tuvo a Auguste Maquet como escritor fantasma, y sin embargo, no ha perdido la fama ni el recuerdo de su talento innato. Además, la obra nos enseña cómo existen escritores prepotentes y soberbios que infravaloran el trabajo colectivo, aunque este hecho también se puede extrapolar a otros sectores, es decir, al conjunto de intelectuales de distintas materias. Un ejemplo lo encontramos en la película Descubriendo a Forrester, en la que un alumno universitario en literatura escribe con gran destreza y habilidad. El profesor ve imposible que una persona de raza negra y procedente del Bronx tuviera tal talento, por lo que lo acusa de plagio en sus escritos, cuando este en realidad sigue consejos de un reconocidísimo escritor de bestsellers del que se ha hecho amigo, el cual en su juventud fue infravalorado por el mismo profesor. Sin embargo, harto de generalizar, apuesto por pensar que no es más que una minoría oprimida la que se cree mejor, y creo en la filosofía y citas de “los más grandes”, como la de Gabriel García Márquez; “Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.”

Otro tema muy presente y en relación con la temática de la novela, es el dinero. Una sociedad capitalista que se deja guiar por la necesidad material en vez de atender a sus principios, que va a llevar a Mauro a iniciar su trabajo como negro literario. Desafortunadamente, esto no es más que un reflejo de la realidad, como comentaba antes, y lo encontramos en testimonios de escritores como Enrique Rubio, nacido en Murcia, que asume su profesión de negro literario y se siente cómodo con ella, pues considera que los contratos que le ofrecen le aportan más dinero que la satisfacción de la fama le haría. Además, afirma que al venderse sus obras bajo un nombre más reconocido, adquieren un mayor alcance con el que conseguirá más beneficios que vendiéndolo por su parte, aun recibiendo la totalidad de ingresos. Además, lo considera una etapa más de su trayectoria que puede que, tal vez, cambie algún día, como lo hizo la de Mauro al encontrar esa puerta de escape.

Otra naturalidad del ser humano es la tendencia a envidiar lo que uno no posee. En esta obra es el talento, por la que Germán Latorre se inclina a comprar las obras de nuestro protagonista, ya que posee el dinero y la fama pero no este don del cual le gustaría presumir, ye conducido a su búsqueda. El falso talento escritor adquirió su popularidad de presentador de televisión en “teleazul” o “telebasura”, apodo que se le da en el libro, haciendo crítica al mismo tiempo a la mediocridad del uso de estos medios de masa, como objeto de invadir vidas de personajes públicos o de ofrecer programas con un contenido cultural nulo, mientras que secciones enriquecedoras quedan relegadas por el poco apoyo que reciben.

A mi juicio, estos han sido los sujetos de crítica, pero el motivo final es la fama, que vuelve a una persona inmortal en el tiempo. Este tópico es común a obras, como observamos en Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique, en la que el poeta enaltece la obra de su padre para consolidarlo como personaje famoso en la historia, pues considera que es la fama la que hace inmortal a una persona en el recuerdo de generaciones póstumas, y es ésta la única que importa, y no las riquezas materiales, y se ve reflejado en esta obra lleva al protagonista a rechazar su contrato para obtener una verdadera repercusión a nivel personal.
“Buen caballero, dejad el mundo engañoso y su halago; vuestro corazón de acero muestre su esfuerzo famoso en este trago; y pues de vida y salud hicisteis tan poca cuenta por la fama, esfuércese la virtud para sufrir esta afrenta que os llama.”
Jorge Manrique

Yago Alarcón García, 2º Bachillerato


CRÍTICA LITERARIA: MI NOMBRE ESCRITO EN LA PUERTA DE UN VÁTER

Crítica literaria:
Mi nombre escrito en la puerta de un váter
Jorge Moreno Martínez 2ºA Bachiller
     Mi nombre escrito en la puerta de un váter, una novela de Paz Castelló, es una novela psicológica y de crítica social, en la que se denuncia el abuso de las editoriales con los escritores y de los poderosos con sus "negros" literarios. La historia transcurre alrededor del fracasado escritor Mauro Santos, el negro literario del celebrity Germán Latorre, y muestra un importante carácter psicológico del protagonista.
    La obra comienza con un funeral, el del padre de Mauro. Inesperadamente, Mauro arroja las cenizas de su progenitor por el váter, eliminando todo recuerdo del hombre que le llamaba inútil y que le había maltratado desde niño. De aquí en adelante, el recurso del váter aparece más veces en la novela, y destaca un momento en el que Mauro, escribiendo su nombre en la puerta de un aseo, teme ser recordado sólo por eso, y no por sus preciadas novelas (ya que siente que se ha prostituido entregándoselas a Germán Latorre). Es aquí donde llega un punto de inflexión en la novela: Mauro decide dejar de trabajar para Germán y ser libre, lo que tendrá graves consecuencias para él y para las personas que le rodean.
    En mi opinión, el libro mejora exponencialmente a partir de este punto. Antes del mismo, me da la sensación de que los diálogos son forzados, y de que no encajan en la situación. Son, por así decirlo, demasiado perfectos, como si hubieran sido premeditados. Sin embargo, esto es algo que cambia posteriormente, con conversaciones más fluidas y realistas.
    Por otro lado, hay dos personajes que me han llamado la atención más que el resto. Cristina (la queridísima sobrina de Mauro, a la que trata como si fuera su propia hija) y Esmeralda (una pitonisa que sorprende a Mauro con sus habilidades).
    La primera me ha sorprendido por su función dentro de la novela: además de ser uno de los principales personajes de la trama, tiene un trabajo que escapa a la atención de un lector poco crítico: es esencial para liberar tensiones. Especialmente al principio, Mauro y la madre de Cristina, Olvido, discuten a menudo sobre la vida del escritor, y sobre lo que debería hacer. Además, esto se agrava por el hecho de que Mauro lleva enamorado de Olvido desde que estaban en el parvulario, lo que no permite en ningún momento que estas charlas sean cómodas. Cristina, al ser una niña pequeña, resulta inocente y cariñosa independientemente de la situación, lo que permite que interrumpa las discusiones y libere todas las tensiones acumuladas con sus frases de cincoañera.
    Esmeralda, por su parte, es un personaje que añade una pizca de magia a la novela, adivinando aspectos de la vida del protagonista con una exactitud pasmosa. Por ejemplo, descubre la localización de unas cartas que la madre del escritor había escrito para él, y que su padre había escondido. A pesar de que me gusta que el libro haya dejado espacio a la fantasía, creo que no encaja en una obra en la que se pretende realizar una crítica y una denuncia social hacia las editoriales. A mi parecer, le quita seriedad a la protesta que se intenta llevar a cabo.
    Además de esto, es muy destacable el hecho de que se critique en un libro precisamente a las empresas que se dedican a publicar los libros. Paz Castelló ha sido pionera en este aspecto, tan común para los escritores aunque no lo suelan contar. Esta denuncia es, en mi opinión, comparable a la que se llevaba a cabo en obras como Luces de bohemia, de Ramón María del Valle-Inclán, o en La mordaza, de Alfonso Sastre. Es una protesta diferente en tema pero igual en forma, crítica e implacable con la realidad que se presenta. La misma autora mencionó que no esperaba que publicasen su libro, teniendo en cuenta este importante factor contra las empresas editoriales, pero (afortunadamente) la novela sí fue publicada.
   También es obvia la denuncia contra las cadenas de televisión basura, tan comunes en la actualidad. De hecho, la principal cadena que se muestra en el libro es precisamente una clara metáfora de Telecinco, tan empecinada con sus reality shows y sus programas basura. A pesar de que no es el tema principal, ha sido un gran acierto por parte de la autora.
   Otra protesta que presenta la novela es la que se realiza contra las celebrities, que son capaces de publicar libros horriblemente malos y aun así vender multitud de ejemplares. Da fe de ello Germán Latorre, representando a cualquier persona influyente de la actualidad que realiza prácticas semejantes. Personalmente, compararía a este personaje con algunos creadores de contenido de la plataforma YouTube (si bien no a un nivel tan extremo como el personaje de la historia), pues estos están publicando multitud de novelas que, a pesar de no destacar en absoluto, están vendiéndose en ingentes cantidades.
   Finalmente, y como aspecto meramente anecdótico, me gustaría remarcar el hecho de que la sinopsis que presenta el libro no le hace honor a la lectura que conlleva. Este resumen de la contraportada no invita en absoluto a la lectura del libro, que se camufla como una aburrida novela más cuando en realidad no lo es. Como consejo para la editorial, cambiaría la sinopsis por una que resultara más atrayente para el lector.
   En resumen, Mi nombre escrito en la puerta de un váter es un gran libro que merece la pena comprar y leer, tanto para cambiar la visión que se tiene de la vida de un escritor, como para mostrar la realidad del mundo de las editoriales, de los programas basura y de las celebridades, con un importante factor social y crítico con estas realidades.

ENTREVISTAS 10 - PAZ CASTELLÓ


ENTREVISTA A PAZ CASTELLÓ
MI NOMBRE ESCRITO EN LA PUERTA DE UN VÁTER

-     ¿No le pareció muy arriesgado tratar en su novela el tema de las suplantaciones literarias?

Me pareció, más que arriesgado, suicida, si lo que pretendes es publicar con una editorial convencional, porque supuse que podría cerrarme muchas puertas, pero lo que realmente me motivó a escribir sobre ese tema fue la necesidad de gritar al mundo una verdad que está amordazada y dar voz a muchos compañeros escritores que no la tienen.


-     Usted conoce muy bien los medios de comunicación, ¿realmente se dan en ellos ambientes tan turbios como los que refleja en la novela?

Cualquier ambiente en el que se cocinen los ingredientes del poder y el dinero es susceptible de generar un caldo de cultivo muy propicio para situaciones poco transparentes. De todas formas, los medios de comunicación no son exclusivos en esto.

-     Mauro Santos, Germán Latorre, Olvido Valle, tres almas muy diferentes, ¿con cuál de ellos ha disfrutado más a la hora de la escritura?

Creo que Germán Latorre me ha permitido dar rienda suelta a mi parte perversa. Todos la tenemos, pero normalmente no la desarrollamos. Poder hacer y deshacer sin condicionamientos morales que me limitaran porque el que hacía era Germán y no yo, me ha permitido disfrutar mucho del proceso creativo. Los malos son siempre muy agradecidos. Es algo así como disfrazarte en Carnaval, por un tiempo eres alguien que no eres normalmente. Olvido y Mauro me tocaban más mi parte emocional, y ponerme en la piel de sus sentimientos en ocasiones me ha hecho sufrir.

-     Mauro ama la literatura profundamente, ¿es posible sentir tanto cariño por ella? ¿Qué tiene de especial esta disciplina artística?

Claro que es posible, la historia está llena de ejemplos como Mauro Santos. La literatura es, a mi modo de ver, magia. Es una disciplina artística ligada íntimamente a la capacidad del lenguaje que poseemos los seres humanos. Las palabras crean historias, nos hacen sentir, son infinitas, y se convierten en un medio transmisor de otros mundos y otras realidades.

-     A ratos se acerca en la novela a la intriga criminal, ¿le sedujo más ese apartado o el que habla de la creación literaria?

Siempre he pensado que me he equivocado de época al nacer porque me siento bastante renacentista. Son muchas las disciplinas que me llaman la atención y en las que he buceado en algún momento de mi vida. La literatura, la psicología, la criminología…, así que no creo que pudiera decir que una la disfrutara más que otra, simplemente todas forman parte de mí.

-     ¿Cuántas ideas sobre la literatura y la escritura de las que hay en la novela son de Paz Castelló?

Muchísimas, tal vez demasiadas. Releyendo la novela me he sentido como si hubiera hecho un desnudo integral. Siempre con los matices de personalidad del personaje, Mauro Santos, construido desde un perfil narcisista, pero en esencia, su sentir es el mío, o al menos lo fue en el momento de escribir la novela.

-     La novela arroja varios dilemas acerca de la ética y lo moralmente correcto, ¿le seduce colocar al lector en esas disyuntivas?

Sí, es cierto. Es algo que ocurre en todas mis novelas. Son disyuntivas que yo misma me planteo. Qué está bien y qué no lo está es algo difícil de acotar y dependiente de muchos factores sociales, culturales, personales, legales… Busco que mis personajes se liberen de mis condicionamientos personales, así que prefiero que sea el lector el que se implique en según qué cuestiones.

-     Acaba de publicar Dieciocho meses y un día, una novela tremendamente poderosa en su planteamiento y en el tema que trata, ¿cómo ha ido la experiencia si la comparamos con la anterior?

Para escribir necesito que el tema me seduzca, que me motive, que me sirva para contar algo a través de los personajes. La violencia de género es uno de esos temas que causan en mí frustración, impotencia, rabia… y me pareció una buena forma de visibilizar el problema. Escribir Mi nombre escrito en la puerta de un váter fue una experiencia liberadora, casi terapéutica. Me sirvió para sacar fuera toda la frustración que como escritora invisible en aquel momento había acumulado. Sin embargo, Dieciocho meses y un día fue más bien una experiencia agónica, asfixiante, angustiosa y desesperante. Quise encontrar respuestas, pero sólo encontré más preguntas.

-     ¿Qué planes literarios le aguardan ahora?

Hace mucho tiempo que no hago planes más allá de seguir disfrutando de la literatura y del proceso creativo. Generar expectativas sólo trae desilusiones y frustración, especialmente en un mundo tan complicado como éste. Así que prefiero que la vida me sorprenda. Lo que tenga que ser, será. Yo me considero una obrera de las palabras, mi labor es trabajar todos los días y hacerlo lo mejor posible. Lo demás no depende de mí. Soy una superviviente, me adapto al hábitat.

-     Recomiende una novela a un lector adolescente y a otro adulto.

Para adolescentes recomendaría El mundo de Sofía de Jostein Gaarder, para introducirse además, en la filosofía. Para adultos, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.

Antonio Parra Sanz