PRISIONEROS DE LO INVISIBLE de Rosa Huertas.



Penélope y Quique son dos alumnos de 3º ESO C en el IES San Isidro, situado en  la calle Toledo de Madrid, muy cerca de la Plaza Mayor. Hasta ahí, algo normal, pero lo que les sucede  a estos personajes dista mucho de ser habitual.
Penélope tiene una facilidad especial para que se fijen en ella los fantasmas más que sus compañeros de clase.
Desde la ventana del aula  ve un solar contiguo al edificio del instituto, en el que hubo un palacio en otro tiempo, que después fue orfanato. Una parte de la pared se ha derruido dejando al descubierto un antiguo reloj de sol con su correspondiente misteriosa inscripción en latín.
Quique acaba de llegar nuevo y empieza a sentarse con esa chica que a veces palidece hasta llegar a desmayarse del horror que experimenta al ver espíritus y oír voces.
Además, Penélope está muy triste porque la han separado de su mejor amiga, que va a otra clase, y a la que sólo puede ver en los descansos y de camino a su casa, en la que están pasando por una mala época, ya que su padre se ha quedado en paro, y su madre trabaja todo el día.
El  ambiente de la clase es muy lúgubre, no se llevan bien y es un aula sombría en la que no les gusta nada estar, tanto a los alumnos como a los profesores. Los conflictos son continuos.
Rafa, el jefe de estudios del San Isidro, va a jugar un papel muy importante en los diversos sucesos inesperados que empezarán a desencadenarse.
Penélope, apoyada por Quique, vivirá una aventura fantasmagórica en un ambiente realmente espeluznante, acompañada también por algunos compañeros de clase y del instituto, entre ellos su amiga Carmen.
La intriga está servida; las familias de ambos chavales, Peny y Quique, se verán en cierta forma involucradas, y rememorarán algunos hechos de su pasada juventud.
El frío, la lluvia y los días grises enmarcan esta historia que, aunque se puede leer de forma independiente, forma parte de ”la trilogía del San Isidro”, junto a las dos anteriores: Tuerto, maldito y enamorado y Sombras de la Plaza Mayor. Una novela que atrapa al lector desde la primera página hasta la última.
Un excelente cierre, o no, para una serie de novelas ambientadas en una zona de Madrid que tiene mucha historia.


                                                                                                                         Eugenia Pérez Zarauz

Mi nombre escrito en la puerta del váter


Opinión crítica. Mi nombre escrito en la puerta de un váter.

YAGO ALARCÓN , SEGUNDO DE BACHILLERATO

Mi nombre escrito en la puerta de un váter es una novela clasificada en el género thriller o suspense, que hace una crítica directa a la sociedad actual, más específicamente a los aspectos que envuelven el mundo literario, aunque aporta una visión general. Desde la piel y voz del protagonista Mauro, un escritor relegado a la sombra de escritores de renombre, nos sumerge en una historia de amor, con Olvido, de frustración, por el fracaso del nulo reconocimiento que recibió como artista, y de rebelión y rechazo contra una realidad injusta y surrealista que se niega a soportar ni asumir.

La trama argumental se centra en el trabajo de “negro literario” que ejercía Mauro Santos, escribiendo dos primeras obras para Germán Latorre, un “famosete” talentoso conocido por la gran calidad de sus obras. En un principio Mauro acepta, pues tras sus intentos fallidos de darse a conocer opta por esta opción que al menos le aportaría dinero y le daba pie a imaginar las sensaciones que experimentarían los millones de lectores que leerían sus obras. No obstante, el protagonista encuentra una opción de retomar su carrera bajo su nombre cuando un nuevo “talent show” le ofrecía la oportunidad de lucirse y entrar en escena de escritores conocidos. Tras esta noticia, dimite del trabajo para Latorre ante el que este reacciona de mala manera con amenazas hacia él, su familia y Olvido, causa del choque de intereses entre la búsqueda de fama por parte de Mauro y la necesidad de Germán de mantener su estatus y reputación de escritor de bestsellers, no siendo posible por sus propias habilidades.

Como nos relata la escritora en numerosas entrevistas y charlas, este libro fue escrito desde su frustración e impotencia por el rechazo de sus obras. Sentía que sus obras tenían un gran potencial, incluso en comparación con otras de autores “famosos” que se convertían en grandes ventas. Por ello, decide desahogarse en tinta y papel, cargando contra un entorno hipócrita que la rechazaba y la miraba por encima del hombro. El tema del negro literario lo afronta como un insulto hacia todos los escritores, en especial a los que trabajan a la sombra. Se observa cómo se siente familiarizada con este sentimiento pues, como nos asegura, estuvo a punto de dejar de escribir debido a la falta de coherencia de las editoriales a la hora de juzgar la validez de un libro, y comprende la tentación de otros escritores de subastar sus obras ya que, en el mejor de los casos, podrían llegar a venderse, entretener y disfrutar a un público, que es, al fin y al cabo, uno de los propósitos de un escritor.

A lo largo de la historia encontramos numerosos autores sospechosos de esta práctica, como es el caso de uno de los mayores dramaturgos de la historia, Shakespeare, acusado por la extraña relación con Piere Corneille. Alejandro Dumas, por otra parte, tuvo a Auguste Maquet como escritor fantasma, y sin embargo, no ha perdido la fama ni el recuerdo de su talento innato. Además, la obra nos enseña cómo existen escritores prepotentes y soberbios que infravaloran el trabajo colectivo, aunque este hecho también se puede extrapolar a otros sectores, es decir, al conjunto de intelectuales de distintas materias. Un ejemplo lo encontramos en la película Descubriendo a Forrester, en la que un alumno universitario en literatura escribe con gran destreza y habilidad. El profesor ve imposible que una persona de raza negra y procedente del Bronx tuviera tal talento, por lo que lo acusa de plagio en sus escritos, cuando este en realidad sigue consejos de un reconocidísimo escritor de bestsellers del que se ha hecho amigo, el cual en su juventud fue infravalorado por el mismo profesor. Sin embargo, harto de generalizar, apuesto por pensar que no es más que una minoría oprimida la que se cree mejor, y creo en la filosofía y citas de “los más grandes”, como la de Gabriel García Márquez; “Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.”

Otro tema muy presente y en relación con la temática de la novela, es el dinero. Una sociedad capitalista que se deja guiar por la necesidad material en vez de atender a sus principios, que va a llevar a Mauro a iniciar su trabajo como negro literario. Desafortunadamente, esto no es más que un reflejo de la realidad, como comentaba antes, y lo encontramos en testimonios de escritores como Enrique Rubio, nacido en Murcia, que asume su profesión de negro literario y se siente cómodo con ella, pues considera que los contratos que le ofrecen le aportan más dinero que la satisfacción de la fama le haría. Además, afirma que al venderse sus obras bajo un nombre más reconocido, adquieren un mayor alcance con el que conseguirá más beneficios que vendiéndolo por su parte, aun recibiendo la totalidad de ingresos. Además, lo considera una etapa más de su trayectoria que puede que, tal vez, cambie algún día, como lo hizo la de Mauro al encontrar esa puerta de escape.

Otra naturalidad del ser humano es la tendencia a envidiar lo que uno no posee. En esta obra es el talento, por la que Germán Latorre se inclina a comprar las obras de nuestro protagonista, ya que posee el dinero y la fama pero no este don del cual le gustaría presumir, ye conducido a su búsqueda. El falso talento escritor adquirió su popularidad de presentador de televisión en “teleazul” o “telebasura”, apodo que se le da en el libro, haciendo crítica al mismo tiempo a la mediocridad del uso de estos medios de masa, como objeto de invadir vidas de personajes públicos o de ofrecer programas con un contenido cultural nulo, mientras que secciones enriquecedoras quedan relegadas por el poco apoyo que reciben.

A mi juicio, estos han sido los sujetos de crítica, pero el motivo final es la fama, que vuelve a una persona inmortal en el tiempo. Este tópico es común a obras, como observamos en Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique, en la que el poeta enaltece la obra de su padre para consolidarlo como personaje famoso en la historia, pues considera que es la fama la que hace inmortal a una persona en el recuerdo de generaciones póstumas, y es ésta la única que importa, y no las riquezas materiales, y se ve reflejado en esta obra lleva al protagonista a rechazar su contrato para obtener una verdadera repercusión a nivel personal.
“Buen caballero, dejad el mundo engañoso y su halago; vuestro corazón de acero muestre su esfuerzo famoso en este trago; y pues de vida y salud hicisteis tan poca cuenta por la fama, esfuércese la virtud para sufrir esta afrenta que os llama.”
Jorge Manrique

Yago Alarcón García, 2º Bachillerato


CRÍTICA LITERARIA: MI NOMBRE ESCRITO EN LA PUERTA DE UN VÁTER

Crítica literaria:
Mi nombre escrito en la puerta de un váter
Jorge Moreno Martínez 2ºA Bachiller
     Mi nombre escrito en la puerta de un váter, una novela de Paz Castelló, es una novela psicológica y de crítica social, en la que se denuncia el abuso de las editoriales con los escritores y de los poderosos con sus "negros" literarios. La historia transcurre alrededor del fracasado escritor Mauro Santos, el negro literario del celebrity Germán Latorre, y muestra un importante carácter psicológico del protagonista.
    La obra comienza con un funeral, el del padre de Mauro. Inesperadamente, Mauro arroja las cenizas de su progenitor por el váter, eliminando todo recuerdo del hombre que le llamaba inútil y que le había maltratado desde niño. De aquí en adelante, el recurso del váter aparece más veces en la novela, y destaca un momento en el que Mauro, escribiendo su nombre en la puerta de un aseo, teme ser recordado sólo por eso, y no por sus preciadas novelas (ya que siente que se ha prostituido entregándoselas a Germán Latorre). Es aquí donde llega un punto de inflexión en la novela: Mauro decide dejar de trabajar para Germán y ser libre, lo que tendrá graves consecuencias para él y para las personas que le rodean.
    En mi opinión, el libro mejora exponencialmente a partir de este punto. Antes del mismo, me da la sensación de que los diálogos son forzados, y de que no encajan en la situación. Son, por así decirlo, demasiado perfectos, como si hubieran sido premeditados. Sin embargo, esto es algo que cambia posteriormente, con conversaciones más fluidas y realistas.
    Por otro lado, hay dos personajes que me han llamado la atención más que el resto. Cristina (la queridísima sobrina de Mauro, a la que trata como si fuera su propia hija) y Esmeralda (una pitonisa que sorprende a Mauro con sus habilidades).
    La primera me ha sorprendido por su función dentro de la novela: además de ser uno de los principales personajes de la trama, tiene un trabajo que escapa a la atención de un lector poco crítico: es esencial para liberar tensiones. Especialmente al principio, Mauro y la madre de Cristina, Olvido, discuten a menudo sobre la vida del escritor, y sobre lo que debería hacer. Además, esto se agrava por el hecho de que Mauro lleva enamorado de Olvido desde que estaban en el parvulario, lo que no permite en ningún momento que estas charlas sean cómodas. Cristina, al ser una niña pequeña, resulta inocente y cariñosa independientemente de la situación, lo que permite que interrumpa las discusiones y libere todas las tensiones acumuladas con sus frases de cincoañera.
    Esmeralda, por su parte, es un personaje que añade una pizca de magia a la novela, adivinando aspectos de la vida del protagonista con una exactitud pasmosa. Por ejemplo, descubre la localización de unas cartas que la madre del escritor había escrito para él, y que su padre había escondido. A pesar de que me gusta que el libro haya dejado espacio a la fantasía, creo que no encaja en una obra en la que se pretende realizar una crítica y una denuncia social hacia las editoriales. A mi parecer, le quita seriedad a la protesta que se intenta llevar a cabo.
    Además de esto, es muy destacable el hecho de que se critique en un libro precisamente a las empresas que se dedican a publicar los libros. Paz Castelló ha sido pionera en este aspecto, tan común para los escritores aunque no lo suelan contar. Esta denuncia es, en mi opinión, comparable a la que se llevaba a cabo en obras como Luces de bohemia, de Ramón María del Valle-Inclán, o en La mordaza, de Alfonso Sastre. Es una protesta diferente en tema pero igual en forma, crítica e implacable con la realidad que se presenta. La misma autora mencionó que no esperaba que publicasen su libro, teniendo en cuenta este importante factor contra las empresas editoriales, pero (afortunadamente) la novela sí fue publicada.
   También es obvia la denuncia contra las cadenas de televisión basura, tan comunes en la actualidad. De hecho, la principal cadena que se muestra en el libro es precisamente una clara metáfora de Telecinco, tan empecinada con sus reality shows y sus programas basura. A pesar de que no es el tema principal, ha sido un gran acierto por parte de la autora.
   Otra protesta que presenta la novela es la que se realiza contra las celebrities, que son capaces de publicar libros horriblemente malos y aun así vender multitud de ejemplares. Da fe de ello Germán Latorre, representando a cualquier persona influyente de la actualidad que realiza prácticas semejantes. Personalmente, compararía a este personaje con algunos creadores de contenido de la plataforma YouTube (si bien no a un nivel tan extremo como el personaje de la historia), pues estos están publicando multitud de novelas que, a pesar de no destacar en absoluto, están vendiéndose en ingentes cantidades.
   Finalmente, y como aspecto meramente anecdótico, me gustaría remarcar el hecho de que la sinopsis que presenta el libro no le hace honor a la lectura que conlleva. Este resumen de la contraportada no invita en absoluto a la lectura del libro, que se camufla como una aburrida novela más cuando en realidad no lo es. Como consejo para la editorial, cambiaría la sinopsis por una que resultara más atrayente para el lector.
   En resumen, Mi nombre escrito en la puerta de un váter es un gran libro que merece la pena comprar y leer, tanto para cambiar la visión que se tiene de la vida de un escritor, como para mostrar la realidad del mundo de las editoriales, de los programas basura y de las celebridades, con un importante factor social y crítico con estas realidades.

ENTREVISTAS 10 - PAZ CASTELLÓ


ENTREVISTA A PAZ CASTELLÓ
MI NOMBRE ESCRITO EN LA PUERTA DE UN VÁTER

-     ¿No le pareció muy arriesgado tratar en su novela el tema de las suplantaciones literarias?

Me pareció, más que arriesgado, suicida, si lo que pretendes es publicar con una editorial convencional, porque supuse que podría cerrarme muchas puertas, pero lo que realmente me motivó a escribir sobre ese tema fue la necesidad de gritar al mundo una verdad que está amordazada y dar voz a muchos compañeros escritores que no la tienen.


-     Usted conoce muy bien los medios de comunicación, ¿realmente se dan en ellos ambientes tan turbios como los que refleja en la novela?

Cualquier ambiente en el que se cocinen los ingredientes del poder y el dinero es susceptible de generar un caldo de cultivo muy propicio para situaciones poco transparentes. De todas formas, los medios de comunicación no son exclusivos en esto.

-     Mauro Santos, Germán Latorre, Olvido Valle, tres almas muy diferentes, ¿con cuál de ellos ha disfrutado más a la hora de la escritura?

Creo que Germán Latorre me ha permitido dar rienda suelta a mi parte perversa. Todos la tenemos, pero normalmente no la desarrollamos. Poder hacer y deshacer sin condicionamientos morales que me limitaran porque el que hacía era Germán y no yo, me ha permitido disfrutar mucho del proceso creativo. Los malos son siempre muy agradecidos. Es algo así como disfrazarte en Carnaval, por un tiempo eres alguien que no eres normalmente. Olvido y Mauro me tocaban más mi parte emocional, y ponerme en la piel de sus sentimientos en ocasiones me ha hecho sufrir.

-     Mauro ama la literatura profundamente, ¿es posible sentir tanto cariño por ella? ¿Qué tiene de especial esta disciplina artística?

Claro que es posible, la historia está llena de ejemplos como Mauro Santos. La literatura es, a mi modo de ver, magia. Es una disciplina artística ligada íntimamente a la capacidad del lenguaje que poseemos los seres humanos. Las palabras crean historias, nos hacen sentir, son infinitas, y se convierten en un medio transmisor de otros mundos y otras realidades.

-     A ratos se acerca en la novela a la intriga criminal, ¿le sedujo más ese apartado o el que habla de la creación literaria?

Siempre he pensado que me he equivocado de época al nacer porque me siento bastante renacentista. Son muchas las disciplinas que me llaman la atención y en las que he buceado en algún momento de mi vida. La literatura, la psicología, la criminología…, así que no creo que pudiera decir que una la disfrutara más que otra, simplemente todas forman parte de mí.

-     ¿Cuántas ideas sobre la literatura y la escritura de las que hay en la novela son de Paz Castelló?

Muchísimas, tal vez demasiadas. Releyendo la novela me he sentido como si hubiera hecho un desnudo integral. Siempre con los matices de personalidad del personaje, Mauro Santos, construido desde un perfil narcisista, pero en esencia, su sentir es el mío, o al menos lo fue en el momento de escribir la novela.

-     La novela arroja varios dilemas acerca de la ética y lo moralmente correcto, ¿le seduce colocar al lector en esas disyuntivas?

Sí, es cierto. Es algo que ocurre en todas mis novelas. Son disyuntivas que yo misma me planteo. Qué está bien y qué no lo está es algo difícil de acotar y dependiente de muchos factores sociales, culturales, personales, legales… Busco que mis personajes se liberen de mis condicionamientos personales, así que prefiero que sea el lector el que se implique en según qué cuestiones.

-     Acaba de publicar Dieciocho meses y un día, una novela tremendamente poderosa en su planteamiento y en el tema que trata, ¿cómo ha ido la experiencia si la comparamos con la anterior?

Para escribir necesito que el tema me seduzca, que me motive, que me sirva para contar algo a través de los personajes. La violencia de género es uno de esos temas que causan en mí frustración, impotencia, rabia… y me pareció una buena forma de visibilizar el problema. Escribir Mi nombre escrito en la puerta de un váter fue una experiencia liberadora, casi terapéutica. Me sirvió para sacar fuera toda la frustración que como escritora invisible en aquel momento había acumulado. Sin embargo, Dieciocho meses y un día fue más bien una experiencia agónica, asfixiante, angustiosa y desesperante. Quise encontrar respuestas, pero sólo encontré más preguntas.

-     ¿Qué planes literarios le aguardan ahora?

Hace mucho tiempo que no hago planes más allá de seguir disfrutando de la literatura y del proceso creativo. Generar expectativas sólo trae desilusiones y frustración, especialmente en un mundo tan complicado como éste. Así que prefiero que la vida me sorprenda. Lo que tenga que ser, será. Yo me considero una obrera de las palabras, mi labor es trabajar todos los días y hacerlo lo mejor posible. Lo demás no depende de mí. Soy una superviviente, me adapto al hábitat.

-     Recomiende una novela a un lector adolescente y a otro adulto.

Para adolescentes recomendaría El mundo de Sofía de Jostein Gaarder, para introducirse además, en la filosofía. Para adultos, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.

Antonio Parra Sanz

ENTREVISTAS 10 - PEDRO BROTINI


ENTREVISTA A PEDRO BROTINI
LA ESTANCIA

- ¿Qué le sedujo de Villa Diodati como para concederle el papel casi protagonista en esta historia?
Pocos lugares resultan tan evocadores en la Historia de la Literatura como Villa Diodati, no solo por la reunión de genio e ingenio que allí tuvo lugar, personalizada en las figuras de Lord Byron, Mary Shelley o John Polidori, sino también por el aura de misterio que la envolvió, en plena tormenta de aquel Año Sin Verano. Sin duda, es un enclave con la suficiente fuerza narrativa como para que sea acertado concederle la entidad de personaje de la novela.

- ¿Es cómodo narrativamente hablando trabajar con dos líneas temporales?
Tal vez no, pero resulta muy estimulante como ejercicio a la hora de recrear ambientes y formas de expresión, en función de la época. Considero que los personajes de ambos segmentos, aun separados por esa horquilla temporal de doscientos años, tienen mucho en común, como ponen de relieve en la trama con su profundo amor a sus sueños y a los libros. Un valor añadido ha constituido la tarea de documentar los periodos históricos y a los personajes, me ha resultado apasionante bucear y conocer en profundidad las trayectorias personales y literarias de los protagonistas históricos.

- Leyendo la novela se observa cierto amor por la literatura, ¿hasta dónde llega dicho amor en Pedro Brotini?
He tenido la enorme fortuna de crecer en un ambiente familiar en que la literatura tenía un papel esencial. En mis recuerdos siempre ha habido libros y tebeos, librerías y bibliotecas.  Hago mías las palabras de Vargas Llosa cuando afirma que aprender a leer y escribir es uno de los momentos clave en la vida de una persona.  Creo que la literatura hace la vida más grande, en todos los sentidos, y que la mía lo ha sido gracias a la lectura. 

- Se habla también del respeto, o la falta del mismo, hacia la propiedad intelectual, ¿hemos avanzado algo en estos doscientos años?
La realidad nos muestra una clara involución en ese campo, vivimos en tiempos en los que todo vale y se justifica con argumentos de dudosa ética. El acceso a la cultura no debe transcurrir por vías en las que no se valore, en la medida que merece, la labor creativa de los autores o el trabajo que realizan los editores.  Defender y promocionar la literatura es una tarea que nos afecta a todos, con independencia del lugar que ocupamos, ya sea como lectores o escritores.

- Usted hace críticas literarias en un blog de la revista Hola, ¿cree que difundimos lo suficiente la literatura o cae derrotada frente a otros medios?
Creo que los beneficios que aporta la lectura son tan formidables que cualquier esfuerzo por su difusión siempre será escaso. Son tiempos complicados por la cantidad –que no calidad– de información que nos rodea, pero esas mismas dificultades deben inspirarnos para agudizar el ingenio y conseguir que los libros ocupen el lugar que merecen. Es un reto que tenemos ante nosotros y debemos asumirlo con entusiasmo e imaginación.

- Imagine que hoy, en pleno siglo XXI, se produjera una reunión como la de Villa Diodati, ¿cree que obtendríamos resultados tan brillantes como los que salieron de allí entonces?
El listón está alto, hablamos de la noche en la que nacieron obras tan emblemáticas y de tan enorme calidad literaria como Frankenstein de Mary Shelley o El vampiro de John Polidori.  El resultado sería distinto, como distinta es también la época que nos toca vivir.

- ¿Hasta qué punto puede llegar a ser importante la psicología en la literatura?, ¿le gusta entrar a saco en la mente de sus personajes?
Profundizar en sus motivaciones y pensamientos es enriquecer y aprovechar la multitud de matices que encierra todo personaje, de forma que permite desplegarlos y otorgarles entidad propia. Revestirlos con esos toques de desconcierto, duda, miedo o ilusión, tan propios del ser humano, es revestirlos de verosimilitud y lograr que, de una forma u otra, el lector empatice con ellos, que los odie o los ame, en definitiva, hacer viva la Literatura y disfrutar de su latido.

- ¿Qué ha cambiado en Pedro Brotini desde El tiempo de las palabras azules, su primera novela, hasta ahora?
Como escritor intento afrontar la construcción de tramas más elaboradas, aunque sin dejar de lado lo que creo que debe constituir la esencia de toda narración, la construcción de unos personajes sólidos y con detalles que los hagan destacar y ser recordados por el lector. Una novedad tal vez sea que durante este tiempo he escrito relatos y es una distancia en la que me encuentro cómodo, aunque sigo prefiriendo la novela.

- ¿Cuáles son sus próximos planes literarios?
He comenzado a escribir una nueva novela en la que he cambiado de registro, se trata de una historia basada en hechos reales ocurrida en la década de los años setenta en España, con un importante componente de novela negra. Estoy disfrutando mucho con la investigación y la redacción de la trama, y espero verla concluida este mismo año.

- Convenza a un lector adolescente y a otro adulto de la necesidad de leer esta novela.

Usaría argumentos similares en ambos casos, tal vez porque apelaría a la parte joven que perdura en todo adulto, por muy olvidada que parezca estar.  La Estancia es una novela que habla de la importancia que tiene luchar por los sueños y vencer los miedos que nos separan de verlos cumplirlos. Y esa es una misión atemporal que debe acompañarnos en todo momento de nuestra vida, con independencia de los años que tengamos.


Antonio Parra Sanz

ENTREVISTAS 10 - RUBÉN CASTILLO


ENTREVISTA A RUBÉN CASTILLO
LA CUEVA DE LAS PROFECÍAS

-     ¿Tanto puede doler para un niño la llegada de un nuevo hermano?
-     No siempre ocurre, pero cuando se produce es catastrófico. Se puede ver a ese hermanito como un rival, como un usurpador, como un intruso. Para el niño todo es visceral, todo es dramático, así que sentirse “desplazado” le comporta una amargura infinita. Es la vieja máxima del “príncipe destronado”, que yo he querido explorar literariamente de nuevo.

-     ¿Era necesario que Joaquín se alejara un poco de sus padres para desarrollar un poco más su personalidad?
-     Todos lo necesitamos, freudianamente. Los padres nos ayudan en la vida y son insustituibles e impagables, pero hay un momento en que precisamos quitarnos de encima su influjo. En caso contrario, siempre vivimos bajo una protección castradora. Durante la niñez, nos dicen miles de veces la palabra “no”; y llega un momento en que somos nosotros quienes necesitamos decir que “no” a ellos. No es odio, ni es revancha: es supervivencia.

-     ¿Por qué el campo, y por qué la casa de su tía Paloma? ¿Tan fuertes son las vinculaciones de Joaquín con ella?
-     Quise sacar a Joaquín de su paisaje habitual, urbano y familiar, para que se desarrollara en otro marco. Mis hijos, que son carne de ciudad, se asombran de todo cuando los llevo al campo. Es una vuelta a los orígenes, a la semilla, a lo primordial.

-     En la novela se habla de premoniciones, ¿hasta qué punto cree usted en ellas?
-     No sé si la palabra “creer” es la más adecuada, pero sí que entiendo que existen. A veces “notamos” que algo va a ocurrir y experimentamos esa sensación de un modo muy fuerte. Para los incrédulos tampoco existe la inspiración o la musa; pero pregunte usted a los escritores o pintores y verá su respuesta. Como las meigas gallegas: yo no creo en ellas, pero haberlas haylas.

-     En su trayectoria como escritor ha cultivado novelas de diferentes estilos, relatos, ensayos y hasta poesía, ¿en qué género se encuentra más cómodo?
-     En todos, francamente, aunque reconozco que la poesía es el ámbito en el que me he movido menos y con menos agilidad. El resto es prosa, y en la prosa me desenvuelvo con absoluta naturalidad, quizá porque he sido más lector de prosa que de verso.

-     ¿Cuánto hay, si es que lo hay, de Rubén Castillo en el joven Joaquín?
-     Si lo hay es inconsciente. Pretendí construir un personaje que fuese totalmente ajeno a mí, para sentirme más libre. Crear un personaje con el que no tienes vinculaciones supone que estás facultado para moverlo a tu antojo, sin limitaciones. Joaquín es un ente puramente imaginativo.

-     Usted es profesor de Literatura, ¿cómo podemos analizar la realidad lectora entre los jóvenes?
-     Aunque se pueda pensar lo contrario, los jóvenes leen mucho y bien. ¿Que se tiran dos horas al día enganchados al móvil? Bien, sus padres o sus abuelos se tiraban dos horas diarias enganchados a otras actividades. Es el sino de los tiempos. Pero cuando les pones delante una historia que les seduzca, que les convenza, que les interese, la disfrutan mucho. En mi instituto yo coordino un blog de lecturas para mis alumnos que, año tras año, se va nutriendo de los libros que leen de forma voluntaria, y ya hemos superado las 600 obras. Claro que se lee. En demasiadas ocasiones, la queja viene de autores que no logran interesarles y se sienten despreciados. Pero cuando se consigue deslumbrarlos (Care Santos, Gómez Cerdá, etc.) son los más fieles.

-     Sabemos que es un grandísimo lector, ¿hasta dónde llega la presencia de la literatura en la historia de Joaquín?
-     Impregna la historia de Joaquín, porque los Joaquines que puede haber en mi cabeza surgiendo de leer las aventuras de Los Cinco, de Los Siete Secretos, de las mellizas de Santa Clara, de Agatha Christie… Escribo porque leí; y seguiré escribiendo porque leo. No hay otro camino, creo yo.

-     ¿Cuáles son sus próximos proyectos literarios? ¿Volverá a la literatura juvenil?
-     Lo inmediato es publicar otra novela juvenil, La voz oscura, que la editorial MurciaLibro lanzará en mayo. Creo que es más madura que La cueva de las profecías, pero habrá que esperar la opinión de los lectores cuando comience a moverse por los institutos. Cruzaré los dedos.

-     Convenza a un lector, adolescente o adulto, de la conveniencia de leer esta novela.

-     Es muy fácil: léela si has sentido alguna vez que te gustaría verte sumergido en una aventura sorprendente, en algo lleno de misterio, en sucesos que te maravillen. Ésa es la sustancia de la novela: apelar al mundo del asombro, que todos tenemos aletargado dentro del corazón, pero nunca muerto.


Antonio Parra Sanz



ENTREVISTAS 10 - ALFREDO GÓMEZ CERDÁ

 ENTREVISTA A ALFREDO GÓMEZ CERDÁ
LOS FANTASMAS DEL PARAÍSO

-     ¿Existe realmente el paraíso para un adolescente?
Cuando dejamos de ser adolescentes comprendemos que hemos perdido el paraíso, pero ya no hay remedio.
 
-     Esta novela se inserta en una serie en la que somete a los jóvenes a dilemas un tanto crudos, ¿le da miedo que le lector rechace ese desafío?
Sustituiría la palabra “somete” por “plantea”. Las novelas de la trilogía Las redes del silencio, entre otras cosas, invitan al lector a una reflexión ética, le invitan a mirar a su alrededor y a mirarse a sí mismo. El desafío está ahí, en la mirada. Al margen de mis libros, si un joven rechaza esa mirada será una pérdida para él mismo.

-     Imagino que la pregunta no será muy original pero, ¿cuánto de realidad hay en esta novela?
Mis libros son un diálogo permanente con la realidad, con el mundo y, en definitiva, con la vida. Quizá solo sean un afán por comprender las cosas. La realidad nos alimenta siempre, pero mis libros nunca son crónicas de sucesos reales. Mi esfuerzo primordial es que por encima de todo sean literatura.

-     ¿Por qué Suiza? Y ya de paso, ¿por qué las referencias al monstruo de Frankenstein?
Una cosa me llevó a la otra. Elegí Suiza porque quería que el protagonista estudiase en un colegio elitista para familias con mucho dinero. Elegí Suiza porque es el país donde se esconden grandes fortunas. Y una vez allí, a orillas del lago Leman, apareció el monstruo de Frankenstein, una ensoñación y una identificación del protagonista. Ni Pablo ni el monstruo han elegido el “paraíso” al que han sido arrojados, se comprenden mutuamente y por eso se llevan tan bien.

-     ¿Hasta qué punto es importante el papel de la familia en sus obras?
En esta trilogía es importante, aunque aparezca en segundo plano. Es una referencia del protagonista y, al mismo tiempo, una decepción, pues se convierte en la generadora de los conflictos, eso hace que las referencias de los jóvenes salten en pedazos y que se sientan aún más perdidos.

-     ¿Cree que los jóvenes españoles hoy andan escasos de principios o de otros valores?
¿Los jóvenes? ¿Por qué señalar a los jóvenes? Creo que es un problema de toda la sociedad. Y sí, vivimos en una sociedad que cada vez es más hueca, más banal, más despiadada. En todo caso, somos los adultos los que estamos desposeyendo a los jóvenes de valores. Pensemos por un momento en los modelos que estamos ofreciendo a los jóvenes.

-     ¿Quién guarda más rasgos de Alfredo Gómez Cerdá, Pablo o Bettina?
De entrada diría que ninguno de los dos, pero si me viera obligado a elegir me quedaría con Pablo, creo que a él le he trasladado más cosas mías, lo sentí más cercano, aunque me resulta imposible identificarme con él.

-     Usted visita a menudo centros educativos, ¿cómo anda el panorama lector entre los jóvenes?
Mejor de lo que parece. Si echamos mano de las estadísticas veremos que el segmento juvenil no es el menos lector, a pesar de que en muchas ocasiones los jóvenes están inmersos en un ambiente familiar y escolar donde la lectura no existe.

-   ¿Cuál es su próximo proyecto literario?
Está a punto de publicarse El vértigo de los canallas (Loqueleo. Santillana). Ya tengo ganas de tener ese libro entre las manos. Creo que es una novela sin etiquetas que puede interesar a un lector de cualquier edad. La historia está ambientada en un lugar de América del Sur, en un marco tan exuberante como pobre. Es una historia de amor y de venganza, en la que realidad va a aportar el escenario más despiadado.

-     Véndale la novela a un lector adolescente y también a otro adulto que no le haya leído hasta ahora.
Imposible. No sé vender.

Antonio Parra Sanz

ENTREVISTAS 10 - PACO LÓPEZ MENGUAL

Tras la clausura de la VIII Semana Literaria, les propusimos a los cinco autores que se sometieran a un pequeño interrogatorio acerca de sus obras, consistente en diez pequeñas preguntas. Éste fue el resultado.

ENTREVISTA A PACO LÓPEZ MENGUAL
EL GRAFITI DEL CID

-      Es su primera incursión en la novela juvenil, ¿cómo ha resultado la experiencia?
Hasta la fecha, había publicado un libro de relatos infantiles, ¿Te cuento un cuento?, y la acogida por parte de los pequeños lectores fue y sigue siendo  muy satisfactoria, y eso que el público infantil es, sin duda, el más exigente. La verdad es que cuando apareció en septiembre El grafiti de Cid tenía miedo de cómo sería acogida esta historia por parte de los jóvenes, pero ahora, unos meses después de su publicación, se han despejado todas mis dudas. Durante este tiempo he tenido la oportunidad de hablar con muchos lectores y estoy muy contento de sus comentarios.

-    ¿Realmente la figura del Cid puede tener interés para un adolescente de hoy?
En principio no, y ése era el reto. La novela parte de ese desinterés de la protagonista por El Cid, un héroe medieval que vivió hace mil años y que ni utilizaba móvil ni bailaba hip-hop. Pero conforme va avanzando la novela intento que, utilizando la intriga y el misterio, el interés creciente de la protagonista por esta legendaria figura se traslade también al lector. Es triste que ahora los niños no conozcan al Cid, un personaje necesario para la memoria común de una nación. He encontrado en centros a alumnos de 3º de ESO que nunca han oído hablar del Cid. Es preocupante.

-  No es la primera vez que escribe sobre algún acontecimiento histórico, ¿es la Historia tan buen material literario? ¿Y las leyendas?
Soy un entusiasta de las leyendas. De hecho, mi forma de escribir tiene mucho de narración oral. Lo cierto es que no me siento muy cómodo narrando historias ambientadas en la actualidad. Necesito que haya trascurrido un tiempo desde la época en la que situó la acción hasta ahora. Me gusta la Historia y, sin cargar el texto de fechas y datos concretos, procuro que mis relatos tengan un trasfondo histórico.

-  En la novela hay también misterio e intriga, ¿le parecen elementos imprescindibles a la hora de escribir?
El grafiti del Cid tiene muchos ingredientes de la novela de aventuras, un género que me apasiona, así que no le faltan el riesgo, los misterios, los secretos, la historia…

-     ¿Le gusta utilizar fuentes literarias en sus obras, por qué cree que son importantes?
Era imprescindible que utilizara como base de esta novela El cantar del Mío Cid, una obra fundamental en la historia de la literatura en castellano. El grafiti es también un homenaje a este libro. Un autor es fruto de sus muchas lecturas y a mí, que estoy orgulloso de ellas, no me gusta esconderlas.

-   Hasta ahora le hemos leído en novelas de intriga, históricas, humorísticas, infantiles, juveniles, cuadernos de viajes, ¿en qué género se encuentra más cómodo?
La verdad es que me encuentro cómodo en todos los géneros. Tengo miedo de repetirme, de contar siempre las mismas cosas, por ello intento que cada nuevo libro sea muy diferente al anterior, que tenga su propia identidad, que pueda hacer su propia vida.

-    Ha visitado ya numerosos centros de enseñanza, ¿cómo ve el panorama lector entre los jóvenes?
Yo no veo una juventud tan perdida para la literatura como a veces se dibuja por ahí. Estoy notando bastante interés por los libros e, incluso, pasión en algunos jóvenes. Pero como en todo, necesitan la orientación y la motivación por parte de sus profesores. Se nota mucho cuando acudes a un centro donde los profesores de literatura han realizado un buen trabajo previo.

-    Usted es mercero de profesión, ¿hasta qué punto esa profesión le ayuda en el ejercicio de la literatura?
Me gustan mucho las historias y que me las cuenten directamente. El mostrador de mi tienda es la atalaya desde donde miro el mundo, para mí es fundamental el contacto con la gente. Por otro lado, estoy muy agradecido a quienes entran en mi comercio y a quienes abren y leen alguno de mis libros; por ello siempre intento ofrecerles una buena historia y contada de la mejor manera que sé.

-      ¿Cuáles son sus proyectos más inmediatos?
Tengo terminada una novela que será publicada después del verano. Una novela negra, con un trasfondo político, ambientada en los últimos años del franquismo y primeros de la Transición. A la vez, continuo escribiendo una novela de no ficción sobre Espinosa Pardo, un espía, un infiltrado en grupos terroristas, al que conocí y trate durante unos años y que falleció hace unos meses.

-    Convenza a un lector, adolescente o adulto, de que debería leer El grafiti del Cid.
Si piensas que no se puede vivir una trepidante aventura, llena de riegos, misterios y secretos, sin salir de tu barrio y tras encontrar una antiquísima inscripción tallada en una piedra, es que no has leído El grafiti del Cid

Antonio Parra Sanz